En el desarrollo de un proyecto centrado en el engorde de esta especie en cautividad, financiado por la Xunta y el Ministerio de Medio Marino, y en el que participan las Comunidades con mar, los científicos estudiaron la genética del pulpo y los procesos de fertilización de las hembras.
Los machos tienen modificado su tercer brazo derecho, que emplean para transferir paquetes de espermatozoides a las hembras, que pueden permanecer viables en ellas hasta diez meses.
Ambos sexos tienen múltiples compañeros de cópula, de forma que puede existir una especie de competencia de los machos para eliminar de la hembra el esperma del anterior y dejar su propia huella genética.
Al observar este comportamiento reproductivo, los biólogos de la USC profundizaron en su estudio y analizaron los genotipos de las hembras y sus puestas.
"Los resultados obtenidos -explican en un comunicado- echan por tierra la teoría existente hasta el momento y confirman la paternidad múltiple del pulpo, es decir, que aunque el último macho arranque los espermatóforos (paquetes de espermatozoides) del anterior, siempre queda algo de esperma en el cuerpo de la hembra, resultado de cópulas previas".
El coordinador del proyecto, Manuel Rey Méndez, insiste en el escrito que "según los datos conseguidos, por lo menos dos machos tuvieron éxito en la fertilización de los huevos procedentes de una misma puesta".
Explica que el tercer brazo del pulpo se modificó evolutivamente para esta operación de eliminación del esperma del anterior, "pero parece que no funcionó de manera perfecta, ya que incluso puede haber tres o cuatro padres diferentes".
Para el profesor Rey Méndez, "esta primera evidencia de paternidad múltiple en el pulpo es de vital importancia y debe tenerse en cuenta en los estudios de genética de poblaciones y de conservación de esta especie, así como en el diseño y gestión de la acuicultura del pulpo común".
En la actualidad no es posible el cultivo completo del pulpo a escala industria, aunque sí se ha logrado en el campo experimental" y sólo existen experiencias de engorde en bateas, después de capturar juveniles de tamaño legal, que se alimentan en jaulas controladas.
Con este sistema, "se logra un engorde impresionante, de forma que los pulpos pueden llegar a los tres kilos en tres meses".
Además, se ha observado que en el entorno de las jaulas aparece una gran cantidad de crías, "lo que implica que esta actividad ofrece la oportunidad de incrementar la pesquería en el mar".
Fuente: EPA
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