La muerte es el jardín de las preguntas. Algunos se cuestionan sobre el más allá, la reencarnación, el cielo, el infierno y los 21 gramos que pierde el cuerpo con el último hálito de vida. Otros se preguntan quién cuidará de su granja en Facebook mientras ellos se hacen fans de Hades. Hay en el mundo 400 millones de internautas susceptibles de hacerse la pregunta puesto que morirán, seguro. En el mundo terreno, al menos. En el virtual está más complicado dar de mano. ¿Qué sucede con su perfil de Facebook? ¿Quién controlará su correo electrónico? ¿Qué ocurre con todas sus fotos y con su huella digital? ¿En qué limbo digital viven los muertos de Internet?
Seguir vivo en la red no es agradable: al finado ni le va ni le viene, pues está en otra cosa y a los suyos les duele. Se comprende que a nadie le guste ver dos días después del entierro el último mensaje de su amigo en la pantalla: «Hace un buen día, salgo a bucear». Y sucede.
Algo parecido le ocurría a un tal Alex Edwards: le resultaba «dolorosísimo» encontrarse en la columna derecha de sugerencias de Facebook con un «retoma el contacto con Kristin», una persona con la que, obviamente, no podía contactar. Ya no estaba en este mundo, aunque para la red social no había cruzado el río.
En Facebook, cuando alguien palma, los suyos pueden pedir a la red social que cancele su cuenta, siempre que aporten una prueba de sus lazos y de su muerte. No es cuestión de que un bromista te 'mate' en la web para hacer la típica gracia de 'troll' de la red.
La empresa lo elimina, descanse en paz. Adiós muy buenas. La cuestión es que muchos no quieren perder todos los mensajes, frases e imágenes que el actual muerto ha dejado presuntamente en su perfil.
Hay una segunda opción: pasar a formar parte de un 'cementerio' en la red social donde ya reposan las memorias de muchos internautas y que la estadística llenará pronto. La compañía elimina todos los mensajes e información sensible que pueda herir el honor del difunto y conserva lo demás, manejado por sus familiares o amigos (los que tengan la clave) en este inframundo.
Allí mora Jacob Jordan, un joven estadounidense de San Antonio (Texas) al que le gustaba la lucha libre y que cayó en un accidente. Sus familiares decidieron seguir los consejos de Facebook y le abrieron una página-memorial en la que pueden encontrarse todos sus amigos, que eran muchos. De hecho, en la web tiene 1.356 seguidores que dejan sus mensajes. «Sentimos tu espacio muy vacío», le dice su amiga Priscilla. Jacob tiene una esquela online (con foto) y enlazan un montaje en la web Slide con todas sus imágenes.
No sólo Facebook tiene su propio cementerio. En la web 'Gone too soon' descansan las almas de 70.000 humanos hechas cenizas de bits. Hay muchos soldados y personas mayores, dos de las poblaciones más proclives a aparecer en estas páginas. También algunos casos que hielan la sangre y que sirven de ejemplo, como el de Haniska Pett, una joven inglesa de Gravesend que murió el 19 de octubre de 2008. Era peluquera, tenía 20 años y sufrió una sobredosis de cocaína. «Aquí la recordamos y pedimos que nunca vuelva a pasar algo así», lamenta uno de sus amigos.
Contraseñas a la tumba
A la hora de 'cascar' en la red, el problema sobreviene cuando se tiene en cuenta el resto de información que se guarda en Internet. Las empresas de correo funcionan de la misma manera que Facebook, aunque hay otras compañías que se dedican a gestionar todas las contraseñas para poder tirar de ellas en caso de deceso.
Deatswitch vigila si el internauta vive, ya que tiene que introducir una contraseña cada cierto tiempo para certificar que está vivo. En ese tiempo, el usuario debe dejar la tarea hecha y confirmar algunos correos con la información clave que se enviarán a sus allegados.
Si alguien está preocupado por desaparecer de las redes y dejar con la palabra en la boca a sus amigos virtuales, también puede configurar este servicio para que les dé la mala noticia. «No es que tenga pereza de entrar en Facebook para responder sus mensajes, sino que ya no estoy en este mundo»
Autor: FRANCISCO APAOLAZA
Fuente: eldiariomontanes.es
0 comentarios:
Publicar un comentario